23.5.11

¿Twitter o Facebook?

Hace días me abrí una cuenta de Twitter sin la esperanza de que me atrajera. Me equivoqué. Me atrae; y me atrae más que Facebook.
Una de las cosas que me gusta de Twitter es su concepto "seguir a", que creo que, de lejos, gana al de "ser amigo de" y a el "me gusta" de Facebook. Me parece un concepto mucho más honesto que los otros. ¿Por qué ha de solicitar uno en Facebook la amistad? ¿Acaso la amistad se solicita? Uno, o es amigo, o no lo es. Otra cosa es que esté interesado en esa persona, o en saber lo que hace, para bien o para mal; nada que ver con la amistad. ¿Acaso no es cruel denegar la amistad a quien te la solicita? Pero es que el punto de partida es equívoco sin duda alguna. Lo de denegar la amistad es tan cruel como el perdirsela a quién de quién no se quiere ser amigo. ¿Cómo puede ser uno amigo de gente con la que ha hablado dos veces o ninguna? ¿Cómo puede ser uno amigo del conocido del banco que le acaba de embargar el piso? ¿Con que rapidez puede uno forjar una amistad? "Hemos echado un polvo de una noche, eso no significa que quiera ser tu amigo".
Hay estudios que demuestran y afirman que la media de un entorno social es de unos 110 conocidos entre los cuales no hay más de 4 o 6 amigos íntimos. ¿Cómo puede una persona normal tener 400 o 1000 "amigos"? Amigo es alguien al que le cuentas cosas que no contarías a nadie, y en el Facebook no vas a contar intimidades que no contarías a nadie. Aunque hay mucha gente exhibicionista, es verdad.
He aquí que el concepto "seguir a" de Twitter es para mí, sin duda, mucho más honesto. Tú puedes seguir a alguien porque te interesa lo que hace o dice, o por el contrario, no te interesa, pero no le estás diciendo que quieres ser su amigo. Para nada quieres ser su amigo. Ni él de ti lo más probable. Tú puedes seguir a alguien simplemente por "saber de", y "seguir" recoge en cierta manera ese sentido, pero la amistad no es algo tan vanal como para ofrecérsela a alguien que solo quiere cotillear.
Al final, la amistad según Facebook, no es más que un elemento superficial que los usuarios usan para presumir, egoístamente, de popularidad, de simpatía, de don de gentes y virtuosismo amiguil. Cruzar un saludo o unas palabras en un bar no es a lo que se reduce la amistad.

Por otro lado me gusta la idea de ver a quién siguen los que tú sigues. Tiene cierto poso "bibliográfico". Cuando uno lee un ensayo que le gusta, mira la bibliografía para ver a quién ha leído el autor en cuestión para saber más de la materia. En Twitter es ideal saber a quién siguen los que tú sigues, puesto que eso puede ser una valiosa fuente de información.
En Facebook le puedes dar al "me gusta". Pero, creo que esa fuente de información tampoco te tiene por qué "gustar". Se puede seguir a un famoso simplemente por estar informado de lo que dice, no porque a uno le guste. Puede ser para ver lo disparatada que puede ser su vida, o saber de sus excesos u otras cosas, pero eso no significa que te guste, y si lo sigues no significa que te guste todo lo que ponga, diga o deje de decir.

En Twitter, la obligatoriedad de condensar la información en 140 caracteres lo hace más informativo y directo. De alguna manera es como si leyera uno titulares de todo tipo. En breve tiempo puede uno hacerse una composición de lugar, estar al día de noticias sin que imágenes y vídeos le interrumpan. No está uno para leer a quien a uno no le apetece leer, pero si que, en un rápido vistazo, puede recogerse una valiosa y numerosa información para leer posteriormente o no. No hay aspecto visual, foto o video, que moleste, ni hay tantos DJ poniendo música, ni malditas aplicaciones que vician a la gente, ni tanta solicitud de datos, ni interés por los mismos, ni juego sucio...

Conclusión: nunca me ha gustado el trato que en Facebook se hace de la amistad, ni su afán por recabar información de los usuarios. Así que, descubierto Twitter, me haré "amigo" de éste último, porque, sinceramente, "me gusta" más.

3.5.11

La basura y las Redes Sociales.

Película policiaca de los 90. Los policias están delante de la casa del sospechoso. Necesitan saber algo más de él: saben el coche que lleva, que se levanta temprano y sale al trabajo vestido de etiqueta; que se para en un Donkin Donuts antes de meterse en la oficina, que sale al Mcdonals a comer, que llega a casa puntual, cierra la puerta y solo sale para dejar la basura. Tiene datos pero necesitan saber más de su comportamiento, de sus hábitos, de su estado de ánimo, de sus secretos... datos necesarios para que los psiquiatras forenses reconstruyan un perfil más exacto y puedan decidir si es la persona que buscan, si va a volver a actuar, o todo lo que dice ser es, simplemente, una mentira.
Los policías, que ya están hasta los cojones de seguirlo una y otra vez, saben bien dónde pueden encontrar la información que necesitan: en su basura. "Nuestra basura, amigos, dice mucho de nosotros".
Llevan varios días cogiendo la bolsa negra que el individuo saca cada noche:
-Le cuesta dormir porque toma pastillas para dormir.
-No tiene animales domésticos. No hay nada que lo indique.
-Se ha curado heridas últimamente. Hay gasas y esparadrapo.
-Se informa de todo lo que dice la prensa porque tira los periódicos. A algunos les faltan algunas noticias.
-Ha lavado ropa en la tintorería. Hay una factura. Poca ropa, un pantalón y una camisa. Probablemente la del crímen.
-No tiene muchos amigos. Hay una factura de teléfono. Una de las llamadas es al extranjero.
-El otro día se detuvo en una agencia de viajes. Está pensando en huir al extranjero.
...
Esta información la han obtenido cogiendo sus últimas tres bolsas de basuras. Si tuvieran un archivo con años de su basura (qué se yo, 5 años), delante de la casa, bolsa tras bolsa, apuesto a que lo sabrían todo, exactamente todo, de ese individuo: a dónde va, de dónde viene, cómo escribe (cartas), cómo le escriben, estudios (apuntes), amigos (fotos, facturas de teléfono...), intereses (revistas, peliculas, DVD, ropa vieja...), cómo se lleva con determinados amigos y familiares (regalos,...) las novias que ha tenido (preservativos, fotos rotas...)...
No habría interrogatorio al que pudiera resistirse.

Imaginemos que esos policías son trabajadores de una Red Social (Facebook, Twitter...) y el investigado eres tú: Esos "policías" no necesitarían más de ¿unos días? ¿unas horas? ¿menos?
No creo que tuvieran que detenerse a hacer un perfil. El perfil se ha ido haciendo poco a poco mediante herramientas informáticas de marketing. Ese sujeto ya era objeto de un exhaustivo seguimiento automatizado. Accedió a ceder su basura; dio su consentimiento a todo sin pega alguna.

Y en su perfil en la Red Social ha dejado patente para siempre (en más o menos tiempo):
Cómo se llama, dónde vive, qué ha estudiado, quiénes son sus amigos, su número de teléfono, el número de teléfono de los amigos que tiene en el móvil, dónde va, qué ve, qué le gusta, qué no le gusta, cómo se relaciona con los demás, cuántas novias ha tenido, con quién tiene una relación, ha colocado fotos de su infancia, de su juventud, de la actualidad, de sus hijos, sus estados de ánimo: cómo está en vacaciones, en el trabajo, cómo lleva sus relaciones sentimentales; qué se va comprando, de qué se va desprendiendo, a dónde viaja, a dónde ha viajado, si tiene faltas de ortografía, cómo se expresa, si tiene coletillas al hablar, si es mal hablado, si es bien hablado, si tiene web y la tiene da muchos más detalles de él mismo y de los que le rodean, y si tiene blog enlazado ya ni te cuento, qué tendencia política tiene, qué problemas cotidianos tiene, los trabajos que ha tenido, las borracheras que va teniendo (escritas o fotografiadas), si bebe alcohol con asiduidad, su club de fútbol, si es más o menos forofo de algo... Y hasta el infinito. En menos de 1 año.

¿A dónde va esa basura? ¿Quién tiene acceso a ella? ¿Quién va a disponer de ella en un futuro si está en manos de una empresa y unos propietarios privados? ¿Cuando nos daremos cuenta de que eso no irá, como la basura física a un vertedero en el que se perderá para siempre?

Me lo pregunto cada día al tirar algo más de basura a la red. Aun sabiendo que, aquí, el juego es otro. Y controlar totalmente la "basura" que dejamos en la red, es difícil. Porque los demás también esparcen nuestra basura, y, desgraciadamente, el contrato que hemos firmado, de momento, es irreversible.

A esto habría que sumarle los papeles oficiales publicados en internet (boletines oficiales que informan de las deudas, p.ej) a los que tiene acceso todo el mundo y que encuentran los motores de búsqueda de manera rápida y que no van a borrar. Porque el derecho al olvido, o al menos, al recuerdo lento, no está garantizado.

Interesante artículo relacionado con este hecho: The art of forgetting in the age of obiquitous computing.